miércoles, 21 de abril de 2010

HAYA santuario

El corte en la ruta 136 es algo más que un lugar de protesta. Es un santuario, un lugar de reunión, un club de campo. Su levantamiento es tan imposible como que se vaya la planta de celulosa.

Hoy es el día que tanto habían esperado. Amanece que no es poco en la ruta 136. Allí está el famoso corte de ruta de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. Todavía no hay casi nadie despierto. Apenas algunos estudiantes del colegio ecologista José María Bértola se desesperezan fuera de las carpas.

Son como 50 floricientas y floricientos, todos con uniforme, todos con sus All Star bañados de barro auténtico del arroyo Verde. Hay muy buen humor después de una larga noche de guiso, caminata nocturna y cantarola.

El liceo Bértola se inauguró en 1991 en homenaje a un prohombre entrerriano. Tiene, como no puede ser de otra manera en Gualeguaychú, una impronta educativa ecologista.

Sus profesores Adriana y José son los encargados de la educación física y de las salidas en campamento. Hay bromas, empujones, abrazos cariñosos.

“Botnia ha sido una gran oportunidad educativa para nosotros”, dice José. “Nos ha permitido hacer una tarea educativa aplicada”.

Seguro que los chicos no olvidarán más esto. Son las 7 y 20 de la mañana y de pronto una sirena se escucha a 100 metros de la construcción de bloques que instaló el corte de ruta, el sueño de casa propia de los piqueteros de Gualeguaychú.

El ruidoso visitante se llama Miguel Pérez y es una de las máximas celebridades del corte de ruta. Cualquiera que haya visto imágenes de las protestas lo reconoce con un mate más grande que su cabeza y un gran corazón pintado en el pecho.

La sirena atropella las primeras horas de vigilia. “No a la papeleras. ¡Mierrrda!!!!”, grita

Miguel ante el aplauso de los pocos entrerrianos presentes.

Camina con dificultad. Dice que el dolor en la pierna lo ha hecho llorar más que Botnia. Después, saca a relucir su famoso mate palangana, que lo ha convertido en el rey del folclore local. “Aunque usted no lo pueda creer este mate es uruguayo, lo compré en Guaviyú”, explica.

Antes que la pierna lo dejara fuera de servicio Miguel era uno de los tantos que pasaba las noches invernales en la ruta 136. Ahora que el corte se mantiene ininterrumpido desde hace tres años y cinco meses aquellos comienzos le parecen una leyenda urbana.

-¿Qué aprendió en el corte?

-De todo. Pero aprendí mucho de yuyos, de marcela y de carqueja. Soy el consejero oficial y acá hay muchas señoras contentas gracias la carqueja.

-¿Por qué?

-¡Y porque es muy buena para el sexo!. De acá, del corte, se han llevado toneladas- dice y se ríe estruendosamente.

HE DICHO. Como casi todos aquí, Miguel lleva consigo varios carteles: “He dicho no a Botnia”, o el más recurrido por estas horas de tribunales “Haya justicia”.

La música comienza a aceptar que la mañana comenzó y que estamos en la recta final del fallo de la Corte Internacional de la Haya. “Agua limpia, río limpio, ¡no a las papeleras!

El periodista de Canal 13 de Buenos Aires, Julio Bazán, un especialista en denuncias e injusticias, duerme una siesta casi pránica esperando la llegada de los manifestantes.

El corte de ruta tiene 150 metros de extensión. Las dos locaciones más espaciosas son el salón de bloque y un ómnibus abandonado, que es dormitorio y cocina cuando los ánimos de los gualeguaychuenses están desbordados de tanta indignación.

Gerardo Medel es uno de los guardias fijos del piquete. Es alto, tiene unos 55 años mal llevados. Por encima de su atuendo lleva un arrugado robe de chambre azul metalizado que se descuelga de toda la normalidad circundante.

Medel fue veedor de pesca en Entre Ríos y si bien es mendocino de nacimiento vive en Pueblo Belgrano, a cuatro kilómetros de Gualeguaychú.

Para él, se tiene que terminar el conflicto con Botnia de una manera violenta. Y propone una solución: “un buen cuetazo”. “El gran capital internacional se va a ir cuando no tenga ganancias. Hay que atacarlos en la producción”.

Desde el camión de la FM entrerriana Máxima sale música circense que suena a primero a Kusturica y luego a hip hop. Trasmiten en vivo unas rubias hermosas, como salidas de una publicidad de champú.

NO MÁS PAÍS SERIO. A las 10.43 hay rostros felices cuando el traductor informa que Uruguay debió estar autorizado por Argentina para empezar la construcción de la planta y privilegió su normativa local y dejó de lado normas consuetudinarias.

José Pouler, uno de los pocos referentes que está allí, está en el mejor momento en cinco años de Botnia. Al fin una autoridad internacional admite algo que él venía diciendo desde mucho tiempo antes.

“Se acabó la historia de que Uruguay es un país serio”, dice. “Esto es un cambio de rumbo muy importante para el conflicto”.

Pero esta primera mitad feliz deja lugar a salomónicas expresiones sobre la continuidad de la planta. Hay abucheos. Una de las floricientas del colegio profana su credo ecologista: “uruguayos hijos de puta”, dice entre dientes.

Ya hay unas mil personas en el corte de ruta, decenas de camarógrafos, periodistas, fotógrafos, todos disputándose a los codazos el intenso folclore local.

Son las 12 y cuarto. Ya no importan los votos de los catorce jueces de La Haya.

La reina de Gualeguaychú Evangelina Carrozo está más vestida que nunca, pero acapara todas las miradas. A su explosiva belleza morena se le reclaman comentarios del juicio: “me duele, me duele mucho lo que está pasando”, le dice Evangelina a Crónica TV.

“Lalo” Moreira, uno de los ideólogos de Gualeguaychú, sabía de antemano que el fallo sería adverso: “¿Qué se puede esperar del Tribunal de La Haya, si es un representante del capitalismo internacional de siempre, ese que viene a joder a nuestros países? Nada, absolutamente nada”, dice con amargura.

Por detrás de las cámaras pasa María Rosa Rodríguez, ama de casa, 62 años. Ella se presenta así: “soy la viuda de Aicardi”.

UN SANTUARIO. María Rosa cree que no importaba el fallo. Nadie se irá de este pequeño pueblo o club de campo que se levantó en el kilómetro 28 de la ruta 136.

Rosa porta con ella un retrato del que no se deprende en ningún momento. Le pregunto quién es esa señora. “Se llamaba Nelly Pivas pero le decían la Pachamama. Fue una de las fundadores del movimiento social”.

Según su admiradora, Nelly era una mujer con poderes formidables, bendecida por Dios. Ella besó este suelo y marcó de algún modo el punto de protesta, hoy casi un agitado santuario para los residentes de Gualeguaychú.

Nelly Pivas murió hace ocho meses y pidió a sus colaboradores que tiraran sus cenizas al arroyo Verde en forma simbólica.

“Tiramos un poquito”, dice. “Pero guardamos un poco en una urna y armamos un rincón para ella”.

Después de la pérdida de Nelly, las cenizas de otros cuatro integrantes de la asamblea ambiental fueron esparcidas en este microclima, como si fuera un acto fetiche. El último acto fue la semana pasada, cuando la muerte sorprendió a Juan Guzmano, uno de los serenos del corte de ruta.

María Rosa cree que esta actitud de dejar las cenizas en el aire es algo más que un combate secreto a los olores a coliflor de la planta de celulosa. Es una forma de dejar sentado que el piquete seguirá adelante hasta que Botnia, UPM o como se llame la empresa, deje de estar en el horizonte.

Sobre las 12 y media, todos tienen la certeza de que la mole de 1.500 millones de dólares permanecerá con el permiso del derecho internacional.

Mientras algunos gritan consignas antipapeleras, el líder del sector más duro de la asamblea ciudadana, Jorge Fritzler, va hacia la parte de atrás de su auto, levanta la tapa del maletero y se sienta atrás a hablar por celular buscando un poco de intimidad.

Se le ve cansado y sabe que esto recién acaba de empezar. “Parece que hubo violación pero no hubo embarazo”, comenta Fritzler.

Por detrás se escucha a un grupo de estudiantes gritar a los cuatro vientos lo que La Haya no quiso legitimar en los papeles: “¡Culpables! ¡Culpables!”

Fray Bentos no cree en lágrimas

En Fray Bentos no habrá un acto público para seguir la sentencia final en La Haya. Sólo la Asociación Comercial de Río Negro convocó a sus socios para mirar la tele y luego debatir los efectos del fallo del tribunal internacional.

POR ANTONIO ÁLVAREZ

Si hay algo en Fray Bentos que no está en tela de juicio es Botnia.

Ahora podrá llamarse UPM Kimmene, pero para todos sigue siendo Botnia.

Botnia es la entidad que le ha dado un sentido a estos restoranes, a estos bancos en las mejores esquinas de la ciudad, a más de 40 nuevas empresas que se han creado en estos tres años, a los nuevos supermercados y los colegios bilingües.

Todo lo demás va y viene. Ya lo saben los fraybentinos desde que hace 30 años los británicos se fueron con el corned beef a otra parte.

Todo lo demás va y viene. La prosperidad, la pobreza, e incluso el chovinismo que se respira del otro lado del río.

Ayer al mediodía el Comité Patriótico de Río Negro recordó el 19 de abril con desfile militar y policial, junto escolares y algunas (pocas) fuerzas vivas.

En la plaza están todas las autoridades. El intendente, el jefe de Policía, el comandante del cuartel local. La banda militar se esmera tocando “Mi bandera” en una versión desinflada, casi de supermercado.

Cualquiera hubiera pensado que la reafirmación de la bandera era un justo homenaje a la resistencia fraybentina a los cortes de ruta organizados por Gualeguaychú.

Pero no. La banda se calló, o se cayó, vaya uno a saber, y ahora suena Dire Straits, por extraño que parezca. Le pregunto a Leticia, una joven madre que está con su hijo en el acto si no es significativo este aire solemne a 24 horas del fallo.

“Aquí nadie da bolilla a lo que pase en La Haya. ¿Qué nos pueden decir a nosotros unos señores que usan peluquines y están a 20.000 kilómetros de acá? La verdad, nada”.

En Fray Bentos, Botnia quiere decir solución, una salida económica, algo en lo que ya ni se piensa porque está incorporado al paisaje y a la vida.

Una mayoría silenciosa ha acompañado los tres años del proceso de Botnia casi sin decir nada. Apenas alguna flemática manifestación pública a pedido del intendente, en contraste con las enormes pasiones que despertó la construcción de la planta del otro lado del río.

Botnia dio mucho al producto bruto pero también desató fuertes costuras entre una y otra orilla.

Fray Bentos y Gualeguaychú son una misma etnia, una misma geografía, un paseo corto inevitable para los fines de semana.

Para Fray bentos, Gualeguaychú suponía los mismos bailes, una televisión compartida, una misma forma de hablar, de entender la vida al costado del río.

Sin embargo, esos árboles genealógicos fueron convertidos en celulosa, y sólidas amistades sólidas terminaron descompuestas por las supuestas amenazas del ácido sulfhídrico.



HERIDAS SIN CURA

Nadie cree en Fray Bentos que un fallo internacional vaya a curar esas heridas mañana mismo.

“Van a tener que pasar varias generaciones hasta que podamos ser los que fuimos”, dice Sandra Dodera, la principal defensora de Botnia en la comunidad fraybentina.

¿La recuerdan? Dodera tenía 27 años en 1992 cuando fue la líder de la mayor huelga policial de la historia uruguaya. Dieciocho años después, dejó de ser la esposa de un modesto policía para reinventarse como influyente comunicadora. Desde “La Fraybentina” ha apoyado a Botnia con la voluntad de un talibán, sin medias tintas.

En los últimos años su trabajo también se extendió a la radio y la televisión en el canal 12 local.

Sandra llega sobre las 14 horas para su programa radial en FM Visión. Cualquiera puede verla ya que el estudio tiene un enorme ventanal que da a la calle 18 de julio.

Llega apurada en su viejo Peugeot de los años 80 tapizado de inscripciones políticas.

Dodera, como casi todos los actores pro y anti Botnia, se ha lanzado a la carrera electoral en las municipales. Su lista es la 119 y apoya la reelección del intendente Omar “Tufi” Lafluf.

Afuera la esperan algunos admiradores. Le piden listas. Dodera se disculpa, pero lo único que tiene para ofrecer son libros. Lo que lleva bajo el brazo lleva una dedicatoria de Lafluf: “No sé si decirte Sandra o sobrina…”

Sandra cuenta que ella siempre fue batllista, pero decidió apoyar a Lafluf luego de estos tres años de militancia a favor de Botnia.

“Estoy haciendo una campaña con un préstamo de 500 dólares. Necesito mil votos para ser edil. Sinceramente no creo que salga”, señala.

El operador de la radio le avisa que sale al aire.

-Hola mis amores!!!- dice Sandra Dodera y empieza su liturgia antipiquetera. Como saben, mañana va a ser un día como cualquier otro. Ellos no se van a ir Arroyo Verde. Acá lo único que se va a saber es si Uruguay violó o no el Tratado del río Uruguay”.

Después, habla de “estos señores” para referirse a José “Pepo” Pouler y Jorge Fritzler a quien ella llama “Trotil” a causa de sus explosivas amenazas.

“Claro que les hablo a los piqueteros. Yo sé que ellos me escuchan”, explica.

Sandra ha recibido amenazas de muerte desde Gualeguaychú y es el tótem de los asambleístas para referirse al demonio que habita a los fraybentinos.

Los bardos anti Botnia se han ocupado de ella. En Arroyo Verde le han varias dedicado canciones burlonas que han sido hits en las FM locales. Hasta le jaquearon la página web en varias ocasiones, según dice.

En 2003, cuando comenzaron los primeros sondeos de Ence, Dodera decidió crear el Modesa, un movimiento para informar a los fraybentinos sobre el modelo celulósico.

Su militancia le ha generado serias acusaciones de corrupción. Ella es consciente que la consideran una mercenaria al servicio de la empresa.

Sin embargo, dice no haber recibido un peso de ninguna empresa.

Por el contrario, Botnia puso algunos pocos avisos de 1.200 pesos en su página web. Sandra dice que ni siquiera aceptó la invitación de ir a Finlandia porque tiene pánico a los aviones.

Le pregunto cómo sabe que la planta no va a contaminar. Ella responde: “porque es un emprendimiento serio. Aquí se ha tratado de hacer culpable a Botnia de todo, incluso de los embarazos no deseados de las mujeres de esta ciudad”

Del otro lado de la ciudad y de la vida, la docente Delia Villalba se acuerda de Sandra Dodera. “Esa mujer ha dicho de mí cosas horribles. Hasta que me fui de paseo a Europa con la plata de unos campos que le vendí a Forestal Oriental”, cuenta sonriente.

Fue candidata a la vicepresidencia por el grupo ultraizquierdista Asamblea popular. Pero sobre todo hoy la profesora de literatura es conocida como la principal aliada local de Gualeguaychú. “Allá me consideran una heroína. Sus líderes siempre me consultan”, dice.

Como casi todo Fray Bentos, Delia tiene familiares que no piensan como ella.

En la presentación del puerto de Mbopicuá de la empresa Ence, Villalba estaba en primera fila gritando detrás de los alambrados de la compañía española.

Cuenta la leyenda que mientras ella despotricaba contra el gran capital internacional, su hijo, el locutor y periodista Daniel Bianchi, presentaba a las autoridades ante la opinión pública. “Y sí, estamos en Uruguay. Somos un pueblo chico. En casa hemos tenido discusiones tremendas, pero siempre con respeto”, asume Delia.

Como casi todos los protagonistas del “debate Botnia”, Delia se ha transformado en importante capital político.

Actualmente es candidata a la Intendencia de Soriano, el lugar donde nació hace 75 años, y nota que después de algunos años de ser una figura polémica, muchos la comienzan a ver como alguien con ideas premonitorias.

“Al principio recibía algunas agresiones verbales, pero nada más. Hoy noto que se me trata con más respeto. A lo mejor porque se dan cuenta que yo decía la verdad”.

UN LEGADO POLÉMICO

El legado de Botnia sigue siendo polémico por más que ha dejado casi 400 empleos muy bien pagos en la zona, y probablemente más de 2.000 puestos en forma indirecta.

El presidente de la Asociación Comercial de Río Negro, Leopoldo Cairús, se fundió con Botnia. El corte de arroyo Verde lo obligó a cerrar su tienda multiservicio en el puente Fray Bentos – Puerto Unzué.

El gobierno apenas subsidió la tercera parte de su deuda, y debió reinventarse como comerciante en negocios rurales para sobrevivir.

Sin embargo cuenta que decenas de comerciantes locales se enriquecieron gracias a Botnia, especialmente en rubros como estaciones de combustible, hotelería y servicios alrededor de la actividad celulósica.“En Fray Bentos se vendían 30 computadoras por mes y se llegaron a vender 130 durante el boom. Es una buena medida del consumo que hubo en su momento”, dice Cairús.

Sobre el fallo en La Haya hay una sensación ambivalente. Los comerciantes agremiados quieren que se abra el puente, aunque el puente suponga una amenaza por los mejores precios que ofrece el cambio favorable del peso argentino.

Para Cairús la ilegalidad del corte es más lesiva que el atraso cambiario. En todo caso, el “costo Botnia” son las más de 1.000 personas que quedaron ancladas en la ciudad después del fin de la construcción de la planta, obreros de baja calificación que hoy viven en Fray Bentos y buscan trabajo en otros lados.

Según las últimas estadísticas oficiales, Río Negro llegó a tener entre 12 y 14% de desocupación en los últimos dos años, varios puntos porcentuales por encima de la media nacional.

Sandra Dodera, la abogada Pro-Finlandia, dice que es verdad, pero aclara que es una verdad relativa como todas las verdades que refieren a números.

“La gente olvida que aquí había 24% de desocupación antes de la empresa”, responde.

Pocos en Fray Bentos olvidan lo que pasó cuando se fue el Frigorífico Anglo a fines de los años 70. Casi el 40% de la población quedó sin trabajo y vivieron de un subsidio de bajo costo del Estado.

Fueron años duros, de ocio triste en las esquinas. Botnia vino a hacer un poco de justicia con una comunidad golpeada.

Pero como en todas las transacciones hay cosas que se pueden perder por el camino.

Sandra Dodera sabe que el oro finlandés tendrá un costo para ella: “Gualeguaychú se acabó para mí. No existe más. No volveré a pisarlo en el resto de mi vida”.

lunes, 12 de abril de 2010

Campo minado en Valentines

La explotación minera en el eje de Cerro Chato y Valentines es un cruce de caminos en más de un sentido. Por la triple frontera departamental y por el enfrentamiento entre izquierda y derecha, entre producción nacional y el gran capital extranjero, entre el progreso global y el conservadurismo localista.

POR ANTONIO ÁLVAREZ

Hace unos tres años algo desmoronó la porfiada rutina de Valentines.

Sus habitantes comenzaron a ver “extranjeros” en el pueblo. .

Algunos golpeaban las palmas y pedían permiso para caminar por los campos.

Otros eran como fantasmas amables.

Se los escuchaba ronronear el portugués y otros idiomas.

Nadie sintió miedo. Todos sabían por qué estaban de visita.

La mayoría de los lugareños se criaron con la leyenda de los yacimientos de hierro.

En Valentines es cultura popular que si dejan las ovejas a monte en un día de tormenta al otro día recogen lana chamuscada.

La piedra magnética conduce de tal manera la electricidad que los geólogos bautizaron el óxido de hierro como “valentisenita” en honor al pueblo.

Desde hace más de medio siglo, los habitantes acostumbraron a la omnipresencia del metal bajo los talones.

Primero fueron investigadores del Estado uruguayo en la década de 1950.

Luego llegaron geólogos alemanes en 1976. En ambos casos el dictamen fue concluyente: el negocio era insustentable.

Las dos historias frustradas de explotación de hierro habían terminado por ser casi un irónico pacto de silencio en el pueblo.

Por eso, cuando un tiempo después volvieron a ver a los “gringos” armando unos galpones nadie dio importancia al asunto.

El productor rural Servando Larrosa es uno de los primeros que vio a la nueva generación de geólogos en la zona.

Fue además uno de los últimos en creer que esto venía en serio. Jamás en su vida había oído hablar de Zamin Ferrous, el gigante corporativo indio que pisó fuerte y espera encontrar en la zona entre 500 millones y 1.200 de toneladas de hierro en el subsuelo.

Hasta ahora las investigaciones relevaron el 40% del territorio y se ha demostrado la existencia de 250 millones de toneladas. Según los geólogos todavía falta lo mejor.

Larrosa está preocupado. Gran parte de sus 800 hectáreas –casi todas dedicadas al ganado- están denunciadas como predio minero. De hecho, tuvo que llevarse los novillos del Cerro Mulero para evitar los efectos que, según él, sufren los animales a consecuencia de las prospecciones. Como los trabajos se desarrollan en turnos de 24 horas por las noches la iluminación del terreno es similar al de un set de cine.

En Valentines hablan sin tapujos de estrés de las vacas, pero se enojan (mucho) cuando en estos días de fama los califican como habitantes de un pueblo fantasma.

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Ellos exhiben con orgullo que sus casas están sin llaves las 24 horas y que pueden dejar sus vehículos en marcha sin que nadie piense siquiera en robarlos.

Pero el amor incondicional tiene siempre sus contrapartes.

La vida social no es el fuerte de sus 300 habitantes, casi todos descendientes de familias que están afincadas aquí desde principios del siglo XX.

El Club Social Valentines pelea con modestia en la Liga de Fútbol de Cerro Chato.

Si uno pone “Valentines and Uruguay” en buscadores de internet apenas aparece la “Estancia Los Plátanos” dedicada al turismo ecológico y unos pocos planos aéreos en Google Maps, probable fruto de las actuales investigaciones aeromagnéticas.

En Valentines no hay días de San Valentín. Apenas hay dos eventos sociales a los que no falta nadie: el clásico raíd hípico y un evento anual de beneficencia

Arjona moriría de hambre en Estación Valentines. La vida cruza mansa por la antigua ruta 7, el mojón que divide el pueblo en dos jurisdicciones distintas.

La propia naturaleza fronteriza de Valentines constituye un desafío a la lógica.

Hay algo gracioso en su siamesa esquizofrenia. Si uno entra al pueblo por la acera izquierda estás en Treinta y Tres, pero si cruzás el cantero central estás en Florida.

El almacén que está del lado floridense se rige por las normas bromatológicas de Florida

El colega de enfrente tributa en Treinta y Tres, y por tanto se rinde al yugo olimareño.

Treinta y Tres tiene alumbrado público y Florida no. El alumbrado del pueblo lo paga la mitad olimareña que paga impuestos.

La parte floridense de la avenida tiene lomos de burro y normas de tránsito diferentes a la calle que se rige por las normas de tránsito de Treinta y Tres.

Lo único que comparten –un logro de años- es el servicio de recolección de basura, como para confirmar que el resto es un juego de roles solo para divertirse.

900 PRODUCTORES


Instalarse en Valentines fue una decisión logística para Zamin Ferrous y también una forma de mantener el bajo perfil para poder trabajar a contrarreloj.

La empresa tiene varias estaciones de prospección en la zona, algunas a 10 kilómetros del pueblo y otras a más de 40 kilómetros.

El área afectada por los estudios mineros trasciende ampliamente a la localidad. Son más de 110 hectáreas en las que se realizarán prospecciones.

Durante la etapa de mapeo se usaron varias técnicas, entre ellas los vuelos para detección electromagnética. La compañía demarcó unos 21 cuerpos mineralizados. Según estimaciones técnicas hay unos 10 que seguramente valdrá la pena explotar.

De todos ellos, el más grande en superficie tiene 250 hectáreas.

Fuentes de la empresa dijeron que habrá unos 900 productores afectados, cuyos terrenos han sido denunciados para explotación minera.

Actualmente la empresa paga unos 45 dólares –promedio, según cotización de la tierra- por hectárea ocupada en prospección.

Los propietarios pueden vender o pueden asociarse con la empresa En caso de asociarse al proyecto, el superficiario recibe un canon de 5% sobre la producción en los primeros cinco años, de los cuales 2% son para el Estado. Después del quinto año, el canon asciende a 8%, del cual un 3% va al tesoro nacional.

Pero como dijo el presidente José Mujica el proyecto está verde. Hasta ahora 30 propietarios son los que tienen terrenos intervenidos en forma directa por los equipos de geólogos. De ese total de superficiarios, Zamin Ferrous cerró acuerdo con 20.

El country manager de la empresa, Fernando Puntigliano, cree que esta proporción es sintomática del clima de confianza que se vive en la zona.

Sin embargo, desde hace varias semanas un grupo de productores se sentó en la mesa de apuestas decidido a cambiar las reglas de juego.

Mientras en Valentines las quejas son tenues, en Cerro Chato se organizan para formar un movimiento civil contra la minería a cielo abierto.

Las reuniones de los propietarios trajo apoyos políticos. Así aparecieron por la zona los ex presidenciables Pedro Bordaberry y Luis Alberto Lacalle, y el presidente de la Federación Rural, Octacilio Echenagusía, entre otros.

En principio parecían ser protestas por torpes movimientos de tierra o supuestos atropellos por parte de la empresa a causa de los vacíos legales de la ley minera, conjunto de normas que ambas partes quieren cambiar en el Parlamento.

En los últimos días, el debate cambió de eje y se encamina hacia cuestiones económicas, según dice Julio Gómez, uno de los voceros del grupo de productores.

Como escribano, Gómez cree que la empresa no es transparente. Según él, usa cuatro sociedades anónimas para perpetuarse en los terrenos prospectados. La ley de minería de 1982 permite a la empresa estar dos años en el terreno con opción a uno más.

Fuentes técnicas consultadas dijeron que la norma está pensada para la explotación de oro, pero no para minas de hierro o carbón, actividades en las cuales se necesita un trabajo más intensivo de prospección que podría ir más allá de los seis años.

Para el productor, sin embargo, esta afirmación pretende validar lo ilegal: “Al final Bordaberry parece tener razón cuando dice que esto parece una corruptela procesal”.



TERRENOS A VALOR DE HIERRO


Gómez dice representar a más de 300 productores de la zona. Hace 27 años, el escribano se instaló en Cerro Chato a ejercer su profesión. También es productor ganadero y en 2006 adquirió unas 142 hectáreas en la zona denominada “Grupo Uría”.

La operación lo llevó a enterarse sobre la existencia de Zamin Ferrous en forma casual.

Un día de 2007 se le apareció en casa una ejecutiva de la firma india. La mujer, una chilena, le hizo una oferta por los terrenos.

“Primero le dije que no de puro desconfiado. Después de mi di cuenta que tenía razón cuando estudié el tema”, cuenta.

Según informes de los años 70 a los que accedió Gómez, este conjunto de tres cerros es considerado uno de los yacimientos de hierro de mayor porte. Se cree que hay 50 millones de toneladas de hierro bajo “El Apretado”, “Isabel” y “Aurora”.

El escribano había adquirido el campo para hacerse una casa. Ahora para dejar su propiedad, quiere que le paguen bastante más de los 2.500 dólares por hectárea, la cotización para campos de uso ganadero en la región noreste.

“Vamos a plantear que los datos de las prospecciones sean incluidas en la tasación de las tierras. Estas empresas necesitan el permiso social para funcionar y no se lo daremos hasta que creen un clima de transparencia”, dice Gómez.

“Y lo vamos a hacer con apoyo de la gente. Los ciudadanos tienen que saber que cuando estas empresas se equivocan generan un gran pasivo social. Y el pasivo social genera pasivo tributario, es decir lo terminamos pagando todos por la vía de los impuestos”, agrega.

Según él, “Botnia es un caramelo” frente a los supuestos peligros que proponen minas a cielo abierto y sus pozos de dos kilómetros de ancho por 250 metros de profundidad.

Para Gómez hay situaciones que no dejan de ser tragicómicas. Dice que el cementerio de Cerro Chato está denunciado como campo minero. Obreros de una empresa argentina que trabajaba para Zamin rompieron un mojón de piedra del histórico tratado de 1770 para hacer un asado. La denuncia salió en la prensa local y ya es parte del folclore.

La alta politización es bastante evidente cuando uno conversa con cualquier vecino de la zona. Todos tienen un pariente o amigo entre el centenar de empleados de Zamin. En el staff hay parientes muy cercanos de los productores rurales en rebeldía.

La fractura social en estos casos no sólo atraviesa las familias. Según el escribano Gómez, Cerro Chato vive la paradoja de un gobierno de izquierda que promociona el gran capital extranjero en desmedro de los productores nacionales.

Gómez cree que la estrategia de las banderas cambiadas es una batalla a dar en la opinión pública. “Resulta que los productores rurales somos los malos de la película. ¿Y nuestros gobernantes qué? Me parece que se olvidaron de malinche”, dice con ironía

En su calidad de historiador aficionado dice que no hay que subestimar la cultura cívica de Cerro Chato. “Su historia está llena de epopeyas como la construcción del liceo con plata juntada por la comunidad”

Otro hito local fue el voto femenino. En 1927 votó la primera mujer en un acto electoral uruguayo. La anécdota tiene el condimento de que fue una afrodescendiente y como curiosidad adicional que la mujer había nacido en Brasil.

Al igual que su hermana menor, Valentines, Cerro Chato es una ciudad fronteriza. El monolito que recuerda a la primera mujer sufragante está en la frontera entre Treinta y Tres y Durazno.

La plaza 3 de julio –situada frente al liceo departamental- también la homenajea. En el centro de esa plaza un triángulo metálico sobre base de granito recuerda en sus tres caras el triple límite departamental de la ciudad: Treinta y Tres, Florida y Durazno.

Allí también se confunden las respectivas burocracias departamentales. Cada zona de la ciudad tiene su propios inspectores de tránsito (¡imaginen una guerra de patentes!), sus propios recolectores de residuos, sus propios asistentes sociales, tres comisarías, tres juntas locales, etcétera.

Pero la cosa no termina ahí. OSE está geográficamente en Durazno…pero depende de Melo, Cerro Largo.

El secretario de la Junta de Treinta y Tres, Leandro Araujo, vive en Durazno y el secretario de Durazno Álvaro Álvarez vive del lado de Treinta y Tres.

Araujo se ríe cuando le preguntan sobre estos cruces de caminos en los que interviene la política, la burocracia y casi siempre la casualidad.

Él es de los lugareños que cree muy positivo el debate por el modelo minero.

De algún modo, la inversión sería de un impacto lo suficientemente importante como para sacar la región de sus alambicados límites departamentales.

En Cerro Chato y Valentines las controversias son cosa de todos los días, calan hondo, se respiran en ese aire metálico que esparce la magnetita por la frontera múltiple

EL CIELO FISURADO

El geólogo Iván Garat fue el primer uruguayo que contrató Zamin Ferrous.

Montó gran parte de las instalaciones en Valentines y fue quien puso a funcionar el metódico know how de las prospecciones.

El nombre Aratirí también tiene algo que ver con su propia experiencia personal.

Recorriendo los campos de la zona vio cómo los rayos caían sobre la roca.

Aratirí quiere decir “fisura del cielo”, la forma poética con que los guaraníes llamaban a los relámpagos.

El bautismo aborigen tuvo que ver con esas primeras confirmaciones de la existencia de los yacimientos de hierro.

Garat cuenta que esa constitución geológica a intervenir tiene 2.700 millones de años.

Cuando habla del proyecto se lo nota muy entusiasmado. Es el sueño del geólogo en un país que hasta hace poco tenía pocas excusas para hacer “alta geología”.

Dice que extraer hierro es un gran desafío. El 85% de los costos operativos de la empresa los ocupan los trabajos de extracción.

Pero también hay que ocuparse de hacer caminería, arreglar alambrados, hacer reservas de agua.

Estamos a diez kilómetros de Valentines. Los obreros trabajan en un cerro de unos 70 metros de altura. Si mañana decidieran explotar una mina ahí el movimiento de tierra mudaría literalmente el cerro a unos 300 metros de ahí, al otro lado de una pequeña cañada.

La perforación está a 200 metros de profundidad. A veces se hace a 100 o 150. El hierro está en todas las capas. Es el trabajo de varios días de excavación las 24 horas del día.

Cuanto antes se descubra hierro, mejor, por una cuestión de costos. Cuanto mas abajo está el material más cuesta subir las piedras, se necesita más combustible y eso hace más difícil la viabilidad de la explotación

viernes, 19 de marzo de 2010

La probabilidad inversa puede curar el cáncer

El uruguayo Daniel Gianola es reconocido en el mundo por sus métodos estadísticos de predicción genética. El científico cuenta de qué se trata la teoría de “probabilidad inversa” en vacunos y por qué empieza a aplicarse en diagnósticos de cáncer en seres humanos. Uruguay acaba de homenajearlo con un doctorado honoris causa.


¿Cómo se puede pasar de la vaca a los saltos epistemológicos? ¿Cómo es posible que un sistema de probabilidades usado para saber si un animal dará mejor carne o leche termine siendo un factor de diagnóstico para el tratamiento de cáncer en seres humanos?

El ingeniero agrónomo uruguayo Daniel Gianola (62)une esos dos cabos en sus cuarenta años de trayectoria, un tiempo en el cual fue sumando matemáticas, más genética ganadera, más selección natural, más filosofía de las ciencias, más lo que él llama con mucha misericordia “aprender a aprender”.

Esta amplitud de intereses dejó ver sus síntomas en la reciente visita de Gianola a Montevideo en tres hechos destacados: la difusión de sus aplicaciones en teoría de la “probabilidad inversa”, un doctorado honoris causa otorgado por la Universidad y su crítica visión sobre el corporativismo en la educación terciaria en Uruguay.

Los tres episodios tienen algo en común más allá de Gianola: la construcción de la excelencia como un modo de conocimiento y la necesidad de romper con viejos paradigmas –por ejemplo, las ciencias como compartimientos estancos- que limitan muchas veces la mirada sobre la verdad.

¿Cómo pasar de la vaca a la búsqueda de la verdad?

La pregunta podría tentar a Gianola, un ingeniero agrónomo considerado una eminencia en el mundo de la genética animal.

Radicado en Estados Unidos desde los años 70, es profesor e investigador de la Universidad de Wisconsin. Allí realizó posgrados y el grueso de su investigación, aunque también trabajó en Portugal, Alemania, Dinamarca, Francia, España y Noruega

Sus trabajos más innovadores y originales destacan desde una perspectiva estadístico-genética. Las ecuaciones de Gianola permiten predecir el valor genético de los reproductores y su impacto en las poblaciones vacunas, un asunto en el que hay muchos millones de dólares en juego.

“Siempre tenemos incertidumbres frente a las causas”, explica el científico. Nosotros observamos efectos y nunca sabemos las causas. La probabilidad inversa invierte el proceso, en vez de decir que las causas producen los efectos nos hacemos la pregunta siguiente: ¿qué nos pueden decir los efectos sobre las causas?”.

En principio. la información resulta indispensable para el productor. Conocer el valor genético significa saber con meses y años de anticipación cuáles ejemplares darán más carne y más leche. En suma, cuáles son los animales del corral a los que hay que apostar, y cuáles son desechables.

El asunto roza el concepto de selección natural en un rango filosófico. De algún modo genera la humana curiosidad de saber cuánto pesa la carga genética y cuánto lo aprendido en la supremacía de unos ejemplares sobre otros.

Hoy es posible tener información sobre 50.000 genes de un vacuno. No son necesariamente genes ligados a la producción pero son marcadores relacionados física y estadísticamente a lo genético.

Se trata de un proceso complejo que Gianola y su equipo lograron desmalezar a partir de un método basado en el registro de producción, en la observación de la genealogía de los animales y en la información proveniente de marcadores moleculares masivos.

“Esos tres tipos de información son usados para construir modelos estadísticos con computadoras, supercomputadoras o con técnicas parecidas a las de Google usamos lo que se llama “inteligencia artificial”, una serie de procedimientos matemáticos que nos permiten aprender sobre el estado de la naturaleza sin necesariamente entenderlo”, afirmó.


CÁLCULOS DE SOBREVIDA


Lo neutro de la probabilidad inversa extiende sus redes hacia otros ámbitos.
Las posibilidades son asombrosas para la medicina altamente personalizada, una rama que estableció su principal camino de viabilidad en la información genómica.

Es un asunto tomó alto perfil en los últimos dos años y ha merecido la atención de la agencia reguladora de medicamentos FDA (Food and Drug Agency).

La probabilidad inversa permite optar entre distintos tipos de tratamiento y hasta estimar las posibilidades de sobrevida del paciente en función de esas decisiones.

Un paciente diagnosticado con un cáncer de próstata en estado T2A con una histología de Gleason de 7 y un PCA de biopsia de un 7.8, podría hoy decidir cuál es mejor de los 25 tratamientos que le ofrece el mercado.

El individuo se hace un escaneo y resulta que el cáncer está localizado. La medicina tradicional contaba con la única herramienta de los análisis clínicos, que brinda información sobre el comportamiento promedio de determinados tratamientos.

Con la información molecular hoy es posible desarrollar modelos de predicción para calcular la mejor probabilidad para el paciente, según cada tratamiento, y fundar la decisión sabiendo cuántos años puede estar el sujeto libre de la enfermedad.

Algunas de las posibilidades que ofrecen las ciencias de la vida ya rozan costados más filosóficos, como saber –por ejemplo- en cuáles regiones genómicas ha actuado la selección natural en animales de la misma rama como el orangután y el chimpancé, en qué se parecen y en qué no.

Las posibilidades son importantes en muchos rubros, no sólo en seres humanos y animales. También son aplicables para la agricultura y la forestación, dice Gianola.

Sobre la base de la inferencia inductiva ya no sólo se deciden tratamientos médicos de alta gama o se detectan las razones de la supervivencia del más apto: también se crea software para detectar spams.

¿Y cómo pasamos de la vaca al correo basura?

Es que probabilidad inversa significa la probabilidad de un suceso condicionado por la ocurrencia de otro suceso.

Los expertos en estadística, tan afectos a las certezas, dirán que es un nuevo cisne negro, o una paradoja más del mundo 2.0, o todo eso junto, quién sabe.


BIOGRAFÍA

Daniel Gianola nació en Montevideo el 16 de mayo de 1947. Es casado y padre de dos hijos, también radicados en Estados Unidos. Es hincha de Nacional y todos los años viene a Uruguay a pasar sus vacaciones.
Actualmente es profesor de Mejoramiento Genético del Departamento de Ciencias Animales de la Universidad de Wisconsin - Madison.
Hoy está dedicado 20% a la docencia y 80% a la investigación. Su labor académica ha influido de manera decisiva en el desarrollo mundial de los programas de mejora animal durante los últimos 30 años. Muchos de los métodos que se utilizan hoy de manera rutinaria en los programas de mejora genética animal tienen su origen en el enfoque innovador y original que propuso Gianola, basado en una perspectiva estadística-genética.
Además recibió el premio Mitchell en docencia postgrado en la Universidad de Illinois en el año 1983 y los premios Lush y Rockefeller Prentice en 1989 por excelencia en investigación. En 2007 recibió el premio Alexander von Humboldt de la Fundación Alexander Von Humboldt, Alemania.
El Honoris Causa otorgado por la Facultad de Agronomía es el segundo de toda su historia. No fue el único recibido en el mundo. En 2002 fue distinguido con el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Politécnica de Valencia y en 2009 el de la Universidad de Göttingen, Alemania.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Agrointeligencia

De todas las palabras que pronunció Mujica en su discurso como nuevo presidente hay una que me interesó mucho: agrointeligencia. El otro día tuve la suerte de poder entender de qué se trata escuchando al nuevo ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre.

Uno puede vislumbrar el significado en la suma de las partes, pero no intenten consultar a la Real Academia Española: la palabra es olímpicamente ignorada.

Agrointeligencia no es sólo transferencia de tecnología o la efectiva rotación de cultivos. O hacer negocios rentables.

Es un concepto multidimensional que incluye saber qué quiere el mundo de nosotros, investigar mercados, ver quiénes los proveen, adelantarse a las necesidades, saber cómo hacemos para diferenciarnos sin que el precio sea la única variable de la ecuación.

Agrointeligencia es crear un sistema de información para cruzar datos y minimizar riesgos en un mundo dominado por el cambio climático.

Ser agrointeligente es saber hectárea por hectárea cuál es la “usabilidad” de los suelos en los cuatro puntos cardinales del país, qué capacidad hídrica tiene cada campo y tener políticas de riego basada en estrategias y no en dificultades jurídicas.

Estar en la dimensión agrointeligente supone no atarse a dogmas ideológicos. Es dejar de preocuparse tanto por la concentración de capitales y dedicarse a generar cadenas que aseguren procesos de calidad unificados y transparencia de los precios.

En el otro extremo, lo agrointeligente es crear nuevas herramientas financieras para que las AFAPs puedan comprar tierras, en un país donde los precios se han quintuplicado en los últimos siete años. ¿No sería una buena idea para mitigar la extranjerización?

Cuando uno sondea a los principales referentes del sector, todos se congratulan de la llegada del nuevo ministro, en especial porque tienen la esperanza que lleve a la agropecuaria nacional las ideas que impulso en la Asociación de Cultivadores de Arroz.

Con esta filosofía la gestión de Aguerre logró un precio único del arroz en un sector en el que hay cuatro empresas dominantes y quinientos productores chicos.

Con esta filosofía, el arroz se declaró libre de transgénicos, lo que le permitió al cultivo vender a mejor precio. Usando marketing como diferencial los arroceros consiguieron una rentabilidad equivalente a haber encontrado una variedad de arroz que produjera 1.500 kilos más por hectárea.

Sin embargo, Aguerre no cree que se pueda llevar el modelo arrocero a todas las áreas.

Ser agrointeligente implica tener estrategias distintas para distintos productos, porque una cosa es arroz y otra maíz, un producto 95% transgénico.


Para el nuevo ministro nos va la vida en ese desafío. Detrás de la estrategia está el concepto de la sustentabilidad y un desarrollo que contemple los intereses de las partes, y no sólo los intereses creados de las élites. El campo debe ser un negocio rentable también para la agricultura familiar y para los trabajadores.

De acuerdo a Aguerre, el modelo agrointeligente es una cosmovisión en la que ganan todas las partes, en las que se complementan las necesidades del otro, en las que cada uno hace lo que mejor sabe hacer y deja en manos de otros lo que se puede hacer a costos más bajos, porque ser agrointeligente es entender que la capacidad industrial ociosa del otro interpela la capacidad de competencia del sector.

El propio ministro es un ejemplo de agrointeligencia. Se recibió de agrónomo en 1980 y se fue a Bella Unión como asesor de Calnu.

Al cerrar Calnu a fines de la década decidió quedarse en Tomás Gomensoro.

Hizo un acuerdo con un productor local. Él necesitaba tierra y el ganadero necesitaba una represa.

Aguerre empezó con un tractor y 60 hectáreas arrendadas en un proyecto de rotación de arroz –pasturas.

Hoy el ministro tiene 3.500 hectáreas dedicadas al arroz y al ganado. Como empresario arrocero produce 10.000 kilos por hectárea, una de las productividades más intensivas que se conocen en el país.

Aguerre admite que no todo ha sido tecnología en sus logros.

Y sabe que su mayor desafío deberá ir más allá de convencer al país agroexportador -70% del comercio exterior uruguayo- sobre la necesidad de tomar políticas activas contra la inevitable tropicalización del clima.

Es probable que en los próximos encuentros de la Real Academia esté la palabra “agrointeligencia” sobre la mesa de lingüistas y entomólogos del lenguaje,

Mientras ocurre la legitimación, sería bueno empezar por algún lado, por ejemplo incorporando el concepto enunciado por el presidente en todo su significado.

La agrointeligencia trasciende la dimensión agropecuaria, porque implica un cambio cultural de fondo en el país de las chacras

martes, 23 de febrero de 2010

Corre por tu vida

Para algunos correr es una forma de socializar. Para otros es una forma de ganar pantorrillas. Y para otros es una forma extraordinaria de no pensar, una forma activa de budismo sin buda, una religión con un sólo mandamiento: salir a correr porque sí, para romper el viento con la cara.

Hace unos meses descubrí las propiedades de salir a correr. Me preparé dos años corriendo en cinta, pero sabía que hacerlo en piso duro –con todo el peso de uno encima- iba a ser una experiencia muy distinta.

Hasta entonces miré con curiosidad a la gente corriendo por la rambla.

En ese espacio que los urbanistas no se cansan de decir que es el más democrático de la ciudad, los corredores siempre me parecieron una extravagante secta aristocrática.

Miraba con admiración el uso intensivo de un espacio privilegiado. Creía además en el discurso médico de las endorfinas, en el poder alargar tu vida a cada paso.

En mi caso, correr no ha sido una forma de ascenso social ni un objetivo cardiorrespiratorio.

Fue más una salida terapéutica que una cosmética, un arrebato repetitivo más que una costumbre.

Lo mejor para una cabeza febril es poner el cuerpo en tal nivel de compromiso que sólo deba vivir en el aquí y ahora, en el simple acto de avanzar porque sí, porque no hay otro remedio.

Mi esposa me ve irme y volver todos los días sin comprender demasiado por qué mantengo esta insólita constancia y yo le contesto que corro por desesperación.

Ella cree que bromeo, pero es cierto.

Hablando con gente que practica el aerobismo desde hace más tiempo descubrí que el esfuerzo en espacios abiertos es algo más que un excelente calmante para aspirantes a cameruneses.

Es también una forma notable de management personal. ¿Cuántas veces el viento en contra te obliga a bajar la marcha para llegar a puerto? Mientras uno corre va planeando su recorrido a puro instinto como una hormiga arma su hormiguero.

Correr es además una forma muy nítida de ser humilde, de reconocer el inmenso poder de la naturaleza. El viento a favor y el viento en contra muchas veces es la diferencia entre la agonía y la felicidad momentánea.

Ejercitarte es establecer tus propios límites (otros te pasan como poste y uno termina aceptándolo estoicamente), reconocerte en tus improbables logros y saber que estás más solo que nunca en tu absurda meta de salir y llegar.

Es que correr por la rambla pone a prueba todas tus convicciones. Uno lo percibe en la mirada compasiva del resto de tus congéneres, en el matero melancólico, en los paseadores de perros, en la pareja que se recién se está conociendo, en el gordo que se despatarra en los bancos de madera a ver el atardecer.

Todos parecen decirte lo mismo. ¿Qué estás haciendo? ¡El tiempo del pase a Italia ya pasó!

Debe ser cierto que se corre como se vive. Algunos trotes son elegantes o engreídos. Y están los freakies multicolores, los combativos a cara de perro, los que economizan movimientos, los que casi caminan, los que casi se arrastran, los voyeurs y los exhibicionistas, los fashionistas de estación y los descoordinados, que de ellos será el reino de los cielos. Verlos aletear el viento es un aliciente para recién iniciados.

Los pesimistas militantes corremos pensando que esa será nuestra última gota de oxígeno. Cada día vuelvo a casa sorprendido porque pude sobrevivir a la experiencia, con la felicidad de los que tienen poco para ganar.

Algunas de las más insistentes ideas que he tenido en los últimos tiempos probablemente hayan surgido en esos momentos de soledad.

Cuando el esfuerzo subordina todos tus pensamientos es difícil darse cuenta. Pero al cabo de un tiempo uno sabe que esas decisiones provienen de allí, tienen su firma, guardan la cualidad nacida del esfuerzo al soberano botón.

Para bien o para mal se generaron durante ese paréntesis de 8 kilómetros diarios en los que uno es por un rato un ser adorable, sin repechos ni bajadas, sin ego, ni historia, ni lugar en el mundo.

Un tiempo en el cual uno es uno sin prejuicios ni sentencias penales, uno es uno, en fin, con sus miserables capacidades aeróbicas intactas.

jueves, 11 de febrero de 2010

Uruguay apuesta a la innovación para diseñar su "marca país"

El presidente uruguayo Tabaré Vázquez se va con el 80% de aprobación popular. Ese apoyo a su gestión fue en buena medida el causante de la nueva victoria de la izquierda en el poder en las elecciones de octubre y noviembre de 2009.

El traspaso de mando será el 1° de marzo y cuando todavía no han empezado las balances del Gobierno Vázquez a ningún dirigente político de la oposición se le escapa que, más allá de otros aciertos, el jefe de estado saliente deja un tema estrella en la agenda: el horizonte de la innovación como única salida para un país pequeño de 3.4 millones de habitantes y un PBI de apenas 40.000 millones de dólares.

Apretado entre dos gigantes como Argentina y Brasil, la búsqueda de nichos de innovación es palabra santa en los círculos políticos uruguayos desde hace más de 20 años. En ese sentido los faros a seguir son países pequeños que han operado fuertes reconversiones como Irlanda, Finlandia y sobre todo Nueva Zelanda, una nación situada a 35 grados latitud sur, con igual clima y sistema productivo que el Uruguay.

La reforma del Estado neozelandés –que trajo cambios sociales profundos- es considerado un modelo de aplicación por parte del presidente electo, José Mujica, en un tema que se ha transformado en una de sus confesas prioridades de gobierno.

Esta preocupación de mostrar al Uruguay como una marca se reitera en casi todos los foros internacionales. Ayer, miércoles 10, Mujica habló para 1.500 empresarios llegados desde distintas partes del mundo y uno de los ejes centrales de su discurso fue instalar a Uruguay como país de innovación.

En un acto desarrollado en el Hotel Conrad de Punta del Este, balneario de lujo situado a 140 kilómetros de Montevideo, el ex jefe guerrillero de los años 70 –ungido presidente con el 53% de los votos- elogió aspectos del liberalismo político, y para terminar de sorprender a su auditorio llamó a los empresarios a “arriesgar” en Uruguay.

“La riqueza es hija del circuito de trabajo y de la excelencia”, dijo Mujica “Precisamos gente que se la juegue, hay mucha gente con dinero, pero que no se arriesga, que no invierte”

Recién en los últimos años Uruguay ha llevado a cabo acciones directas para generar un clima favorable a la ecuación I+D+I (Innovación más desarrollo más investigación), una suma de factores que describe a actividades económicas con valor agregado, y a la difícil interconexión entre el conocimiento académico y el mundo productivo.

Un primer paso hacia un cambio en el nuevo modo de entender la realidad fue la creación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) a fines de 2005.

No sólo se trata de tener un marco institucional que trascienda los gobiernos. Por primera vez, las ciencias y los agentes de innovación cuentan con un fondo de casi 200 millones de dólares para proyectos concretos en el quinquenio. Este fondo tiene cuatro vías de financiamiento internacional y una contrapartida del gobierno.

Según el vicepresidente de ANII, Edgardo Rubianes, fue la forma que encontró el gobierno uruguayo para evitar que la Universidad de la República –en donde reviste la mayoría de los investigadores- se trague el dinero en sueldos. Seis de cada diez pesos (61%) de los 420 millones que invierte la universidad cada año termina en el bolsillo de los funcionarios, y por lo tanto no se vuelva a la actividad educativa y de investigación.

Esta realidad explica por qué Uruguay ha estado en la retaguardia de la investigación regional.

En los últimos años la situación mejoró al punto que el país se encuentra en un índice aceptable de investigación científica, un 2.79% del PBI invertidos, similar al de Argentina, aunque un punto porcentual por debajo de Chile.

La gestión ANII ha tenido que ver con esa mejora. No sólo ha logrado reclutar a más de 1.500 científicos top uruguayos. Estableció además las ocho líneas de producción prioritarias para el país –desde ciencias duras o logística-, pero lo que es más importante aún ha apoyado proyectos públicos y privados por 102 millones de dólares en 2008, tres veces más dinero que en el primer año de actividad de la agencia.

Otros indicadores de innovación se pueden ver en la fuerte expansión de la industria del software en Uruguay, que produce 450 millones de dólares anuales. Hace diez años era testimonial en la economía nacional, pero hoy representa más de 1.5% del PBI.

Todavía el I++D es un fenómeno incipiente en Uruguay. Pero sin dudas se nota un cambio de sensibilidad a partir del nuevo manejo de las políticas públicas.

Ese clima de negocios ha atraído en forma directa e indirecta a importantes jugadores globales en el mundo de la innovación y el desarrollo como la finlandesa Botnia (hoy UPM) o el gigante indio Tata Consultancy Services.

I + D + Olfato Político

Cuando se tienen las necesidades básicas satisfechas se puede mirar más allá de los problemas acuciantes. Todo esto explica este avance por configurar un escenario propicio para la innovación en todas sus formas en un país conservador por naturaleza y con más de 250.000 funcionarios públicos aferrados a su inamovilidad.

Esta necesidad de “cambiar el chip” llega hasta tal punto, que ANII –a pedido del gobierno- realiza en estos momentos una encuesta nacional entre toda la población y a partir de algunos de sus programas comienzan a generarse campañas de bien público destinadas a fomentar la “cultura innovadora” y, sobre todo, al emprendedurismo a través de micro préstamos blandos.

En otros tiempos hubiera sido un escándalo para la austera sociedad oriental. Pero la buena performance de la economía uruguaya en los últimos cinco años escondió todas las voces críticas durante la reciente contienda electoral.

Los números asisten a los publicistas del gobierno: en 2008 el PBI subió 8.3%, casi en términos asiáticos, en tanto que en 2009 la desaceleración que trajo la crisis hipotecaria mundial no evitó un aumento del 2% del volumen neto de actividad.

Pese a los vencimientos de deuda pública en 2011, la economía uruguaya se prepara para crecer 4.5% este año y el país muestra una desocupación históricamente baja, algo menos del 6.5%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Es cierto que el contexto internacional –y especialmente la avidez china por las materias primas- fueron factor determinante de ese viento favorable.

Pero sin duda, la cintura del gobierno progresista hizo lo suyo, manejó los tiempos políticos a su antojo, desarmando así a una casi inexistente oposición.

Vázquez tuvo un fuerte dominio de la escena pública y administró con acierto y bajo perfil los disensos internos dentro de una coalición gobernante integrada por 27 partidos políticos de historiografía muy diversa.

Haciendo gala de pragmatismo y sentido común, la política de regionalismo abierto y su plan antitabaco –que logró bajar en 130.000 el número de fumadores en tres años- son dos señales de identidad que mostraron el poder de convicción del mandatario saliente.

Casi todos los indicadores pondrían a Tabaré Vázquez, de 70 años, en el camino de una segunda presidencia en el 2014.

Para muchos politólogos es una posibilidad cierta, dadas las dificultades que tiene el Frente Amplio para hallar candidatos de consenso.

Y más allá de que Vázquez se lleva al llano algunas críticas – se le acusa de nepotismo en negocios con Venezuela y de haber aumentado su patrimonio en 180% en estos cinco años-, hay un solo tema en el que casi ningún uruguayo se atreve a la duda: el plan Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en línea”, más conocido por sus siglas como Plan Ceibal.

Detrás del Ceibal subyacen problemas de fondo en la sociedad uruguaya, que si no se revierten serán fuente de inequidades en las próximas décadas a causa de la brecha educativa entre sectores ricos y pobres.

Si bien siempre se presenta a Uruguay como un país con mano de obra calificada (uno de cada diez adultos fue a la universidad), la realidad hoy muy distinta a causa de una generación de jóvenes que no estudian ni trabajan.

Durante las recientes elecciones, un informe puso su foco en este problema no resuelto. El documento se denomina "Los servicios de cuidado para niños, niñas y adolescentes relativos a la educación en el Uruguay". Su autora, la socióloga Silvia Santos, asesora del Banco de Previsión Social (BPS), asegura que entre 2004 y 2008 la escuela pública perdió más de 13 mil alumnos. De cada tres adolescentes pobres uno no estudia y la matrícula de Secundaria cayó en más de 20 mil alumnos entre 2003 y 2007.

El Plan Ceibal –cuyo nombre refiere a una flor característica del Uruguay- es parte de una estrategia a futuro para mitigar los devastadores efectos de esta tendencia al desinterés y desamparo por parte de los más jóvenes.

Ceibal ya distribuyó 450.000 computadores portátiles entre escolares uruguayos. El proyecto siguió los lineamientos del reconocido entrepeneur del MIT (Harvard), Nicholas Negroponte, ideólogo de One Laptop per Child.

El olfato le dijo al presidente Vázquez que Uruguay debía ser el primer país del mundo en aplicar la metodología y lo hizo a rajatabla. Las proporciones uruguayas jugaban a favor de una buena cobertura en materia de conectividad e infraestructura. Con una inversión relativamente baja -menos de un millón de dólares- el país se convirtió en un caso testigo, que hoy es modelo en otras regiones del mundo.

Detrás del plan educativo no sólo hay un cambio de paradigma en el modelo de enseñanza. La entrega de una computadora personal trascendió los límites de las aulas. Los estudiantes ya comienzan a dejar de ser sujetos pasivos de la educación para ser activos investigadores de la realidad gracias a las ventajas de Internet.

Pero sobre todo los laptops cobraron una nueva trascendencia social como elemento igualador, trasladando su influencia al hogar, y en especial a los padres de esos chicos, en un país donde el 38% de los menores de 6 años se desarrollan en familias pobres.

Los niveles de excelencia del Plan Ceibal son tan altos y su nivel de aprobación popular ha llegado a tales límites que artistas uruguayos de renombre internacional se han acercado para ser parte de su divulgación.

Uno de ellos es el cantautor Jorge Drexler, famoso entre otras cosas por ser ganador del Oscar a la mejor canción en 2005 por “Al otro lado del río” del film “Diarios de motocicleta”.

El video-canción de Drexler que homenajea al Plan Ceibal está disponible en Youtube (http://www.youtube.com/watch?v=wr1DPm7xng0) y de algún modo es la consagración de una idea que apunta a lo global, pero que paradójicamente suena a milonga… paraguaya.